martes, 13 de octubre de 2020

EN CAMOES

 Ese es parte del nombre del colegio donde comencé a trabajar como #MaestraDeEspañol: Camoes. Evidentemente, no esperaba encontrarme con el clima de una tutoría, pero tampoco el choque cultural tan grande que tuve. Aquí es todo silencio entre compañer@s de trabajo. Pocos se hablan entre ellos, el saludo es bajar la cabeza, raro era quien me respondía a los buenos días, qué decir al menos de un: "bienvenida". Como en todos mis puestos laborales de educación, solo se salvan los estudiantes... como me dijo un amigo, al fin y al cabo son niños aquí y en París. Y me gusta que charlen, que interactúen entre ellos, que me suelten chistes, poder mostrarme seria pero a la vez cercana y comprensiva. Hoy, de hecho, en mi segundo día (porque ayer hubo alerta de tifón), cuando más falta me hacía, tuve sesión con P1, el grupo pequeño, 6 añitos. Ha sido el grupo que mejor me ha recibido. Me emocionaron muchísimo escucharles gritar entrando al aula: "¡señorita Inma!", y a pesar de las mascarillas, pude notar sonrisas en sus rostros, su emocion al ver que la maestra de la que le habían habblado, quien estaba de camino, había llegado. Qué alegría bailar con ellos la coreografía del video de los saludos que les envié desde España, andar entre sus mesas y que me enseñen sus fichas bien hechas, deseando recibir un "muy bien" de mi parte.... Gracias, gracias por señales como estas. Las necesito, necesiito sentir que puedo, que valgo. 


Tengo miles de momentos en los que siento que me derrumbo y me veo tirando la toalla en menos de un mes, se me juntan muchísimas emociones, un pasado que pesa y una fuerza de voluntad que no existe... pero no me voy a rendir, cueste lo que me cueste, haré que desde mi casa se sientan orgullosos, que lloren de felicidad y no de preocupación. Me esfuerzo y me seguiré esforzando para ello.

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